domingo, febrero 24, 2008

La gracia desbordante de Dios

De la Carta a los Romanos (Rm 5, 1-2.5-8) Ciclo A

En este conocido fragmento de la carta a los romanos, San Pablo vuelve a hablarnos del asombroso amor de Dios hacia nosotros. “La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”. ¿Puede haber palabras más bellas para describir ese regalo tan grande? ¿Qué mayor don podemos recibir de Dios, que el don de sí mismo?

Y, ¿qué prueba tenemos de ese amor? Pablo lo vive intensamente, pero no deja de buscar razones. Y nos muestra un argumento contundente: Jesús llegó a morir, no por salvar a alguien bueno, sino por todos, y muy especialmente por aquellos que lo desdeñaban. Su muerte fue totalmente injusta. Si ya es heroico dar la vida por los seres amados, ¿no es mucho más grande morir por quien te odia y te desprecia? Así es el amor de Dios. Tan grande, que ama al enemigo, borra las culpas y aleja la tristeza. Con esta convicción, Pablo jamás se cansa, jamás se hunde ni se desespera. Ha bebido del agua viva del Espíritu, que siempre le dará fuerzas. Y esa agua, los cristianos la hemos recibido todos. Con la resurrección de Jesús, que abre camino ante nosotros, la vida eterna se nos da gratuitamente. Sólo nos queda aceptarla con el corazón abierto y anunciar este gozo al mundo.

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