domingo, febrero 10, 2008

Derroche de gracia

Carta a los Romanos (Rm 5, 12-19)

“Si por un hombre entró el pecado en el mundo, por un solo hombre, Jesús, vivirán todos los que han recibido un derroche de gracia”. Este pasaje de la carta de San Pablo compara las figuras de Adán y Jesús. Adán es el hombre vulnerable que cede a la tentación del diablo y peca. Un solo delito trae la condena para la humanidad, dice Pablo. Todos los males que sufre el mundo no son por voluntad de Dios, sino consecuencia de la caída del hombre que se ha alejado de su Creador y renuncia a escuchar su voz. La humanidad es frágil, y Pablo conoce muy bien la mordedura del pecado y la tentación. Pero a continuación nos habla de Jesús. Otro hombre que, a diferencia de Adán, no cayó en la tentación, resistió el embate del demonio y se abandonó en brazos de Dios. Y la gracia de Dios, a cambio de su entrega, ha sido inmensa. Dios derrocha su gracia sin medida.

Qué pequeño es el pecado comparado con la abundancia del amor de Dios. Este es el mensaje que Pablo quiere transmitirnos: la misericordia y la generosidad de Dios son infinitamente mayores que el pecado. Y, por otro lado, es Jesús quien nos abre las puertas de esta gracia. Él nos revela al Dios amante de la humanidad, que no quiere condenarla, sino salvarla. Si los pecados humanos traen la muerte y la destrucción, el amor de Dios y su gracia traen la salvación. Imitando a Cristo, siempre fiel y obediente al Padre, los cristianos podremos llevar un manantial de bondad al mundo.

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