domingo, diciembre 14, 2008

Estad siempre alegres

1 Ts 5, 16-24
Estad siempre alegres. Sed constantes en el orar. Dad gracias en toda ocasión... No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de profecía... que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

Las exhortaciones de Pablo a sus comunidades son tan actuales que podrían estar dirigidas a los cristianos y a las parroquias de hoy. ¿Qué nos dice en esta ocasión? ¡Que estemos alegres! La alegría debería ser un distintivo de todo cristiano. Como dice Santa Teresa, “un santo triste es un triste santo”… y todos estamos llamados a la santidad.

No se trata de una alegría inconsciente ni superficial, sino una alegría profunda, enraizada en algo más que nuestra voluntad o nuestras propias fuerzas. Nuestra alegría arraiga en el sabernos amados por Dios. Nuestro gozo arranca de una noticia que calma todas nuestras inquietudes: Dios no sólo nos ama, sino que nos salva y nos da su propia vida.

“No apaguéis el Espíritu en vosotros”, dice Pablo. No dejemos que esa llama se extinga. Todos y cada uno de los cristianos hemos recibido un don enorme para ser apóstoles. No querer potenciarlo ni dejar que alumbre es apagarlo, despreciarlo. Cada vez que, por miedo, pereza o falsa modestia esquivamos ese don de profecía, ese coraje, estamos rechazando al mismo Espíritu Santo; estamos desdeñando el regalo de Dios. En cambio, si lo aceptamos y lo hacemos crecer, Dios mismo “nos consagrará”. Y, como dice Pablo, jamás nos faltará nada, pues él siempre velará por nosotros.

No hay comentarios: