domingo, abril 13, 2008

Volver al buen pastor

De la Carta de San Pedro (1 Pe 2, 20-25)

"Queridos hermanos, si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios".

En este fragmento, Pedro vuelve a recordar la Pasión de Jesús y nos invita a todos a obrar como el Señor: él jamás fue violento ni salió de su boca engaño alguno. Las palabras de Pedro no son ingenuas: sabe que muchas veces, aunque obremos bien, sufriremos e incluso nos despreciarán por hacer lo correcto. Las buenas acciones no siempre son garantía de recompensa. Esto nos puede parecer injusto. Pero, ¿acaso no fue más injusta la muerte de Jesús, en cruz, sin haber cometido delito alguno? ¿No fue inicua su condena? Si Dios sufre tanto, a través de su Hijo, nosotros al menos hemos de ser pacientes y dóciles.

La justicia de Dios no es como la nuestra. Él jamás eliminará a las personas que cometen mal. Respetará la libertad humana hasta el extremo de dejar que unas personas mueran a manos de otras. Pero, en cambio, nos dará algo inmensamente mayor que la muerte. A la maldad humana, Dios responde con un amor que sobrepasa toda medida. A la muerte, Dios responde con la resurrección y la vida eterna. Esta vida es la que Jesús nos da. Pedro compara la humanidad con un rebaño de ovejas descarriadas. Jesús es el pastor que la conduce hacia pastos verdes y jugosos. Él da un sentido trascendente a nuestras vidas. Su amor nos empuja a ser valientes y a imitar la justicia de Dios, que no es otra cosa que vivir haciendo el bien por el bien, sin esperar nada a cambio. El amor que Jesús nos enseña es el de Dios, que hace llover sobre justos y pecadores, y muestra una compasión y una ternura infinita hacia todos.

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