domingo, abril 06, 2008

El mayor regalo de Dios

De la Primera Carta de San Pedro (1 Pe 1, 17-21)

Esta lectura comienza con palabras que parecen muy severas. Dice Pedro: “tomaos en serio vuestra vida”. Es una llamada a abandonar la frivolidad y a vivir conscientes de que el valor de nuestra vida es infinitamente mayor que lo que puede pagarse con oro, plata o “bienes efímeros”. Nuestra vida es mucho más que un soplo, o un fruto del azar. La prueba de esto es que Dios mismo se ha entregado, muriendo en la cruz, por nosotros. Pedro compara el sacrificio de Cristo con los pequeños sacrificios, limosnas y ofrendas que la gente da para complacer a Dios y obtener una gracia. ¿Hay mayor ofrenda que entregarse a sí mismo? Jesús dio su propia vida. Y, ¿hay mayor gracia que la vida eterna? Con su resurrección, Jesús nos abre un camino a todos: el de una vida que comienza en la tierra pero continúa, imperecedera, en el cielo.

Pedro nos recuerda que Dios nos ha hecho dos grandes regalos: el primero, darnos una vida perpetua. Y el segundo, tender un puente para ayudarnos a alcanzarla. Ese puente es el mismo Jesús, su Hijo. Dios se da a sí mismo para que lleguemos hasta su amor. Esta es la novedad insólita del Cristianismo. No somos los creyentes quienes nos sacrificamos, sino el mismo Dios. No somos nosotros quienes ganamos méritos para obtener favores, sino Dios quien nos da, sin reservas, lo mejor que tiene: él mismo. Por eso, como dice Pedro, podemos poner en Dios nuestra fe y nuestra esperanza.

No hay comentarios: