domingo, mayo 18, 2008

Tened un solo corazón

2 Co 13, 11-13
"Hermanos, alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros..."

Este breve fragmento es la conclusión de la segunda carta de Pablo a los corintios. La comunidad de Corinto era muy dinámica, pero también sufría de fuertes divisiones y conflictos internos. En su segunda carta, Pablo los reprende con severidad, exhortándolos a defender la dignidad de su fe y a dejar a un lado divisiones y partidismos entre ellos. Tras los reproches, sin embargo, el apóstol concluye con palabras esperanzadas y cargadas de ternura, animando a la comunidad a vivir lo que, en definitiva, es más importante: el amor de caridad.

Estad alegres, animaos, tened un mismo sentir y vivid en paz. ¿No son todas estas cosas deseables en cualquier comunidad humana?

En nuestras ciudades, barrios y parroquias, a buen seguro que todos ansiamos vivir de esta manera, en concordia con los demás, sin peleas ni enfrentamientos y, sobre todo, con paz. Pero también vemos que la realidad muchas veces dista de nuestras aspiraciones. ¿Cómo es posible alcanzar esta armonía?

No hay grandes secretos. Pablo lo dice en su carta: “El Dios del amor y de la paz estará con vosotros”. Él es quien une los corazones, apacigua los espíritus y anima a cada persona. Su espíritu nos infunde ánimos y nos da la fuerza necesaria para amar. Pero, al mismo tiempo, somos nosotros quienes hemos de alentar ese espíritu. Alguien escribió que el amor es como el fuego: si no se comunica, se apaga. De la misma manera, el amor, para mantenerse vivo, debe transmitirse fuera de nosotros. Cuando nos decidimos a dar alegría, a animar, a sentir con el mismo corazón que las personas que nos rodean, el amor de Dios crece en nuestro interior, nos da calor e ilumina todo a nuestro alrededor.

“Saludaos con el beso de la paz”. Esta frase expresa perfectamente cómo el amor se comunica con un gesto hermoso y sencillo: el beso de la paz. Un teólogo dijo en cierta ocasión que el beso auténtico y sincero, dado con el corazón limpio, es una infusión de Espíritu Santo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué falta nos hace meter en nuestro corazón, en este mundo de disensiones, este mensaje de Pablo que tú, Montse, tan bien analizas!
Un beso de paz para Montserrat de Paz i Toldrá