domingo, julio 09, 2006

Volver a la esencia femenina

Me han enviado comentarios muy hermosos y profundos sobre Eva, así que voy a reproducirlos aquí, pues dan pie a otras meditaciones sobre la realidad de la mujer en el mundo. Agradezco a Elena de Paz estas aportaciones.

La inocencia y la sabiduría

La razón por la que Eva fue tentada, y no Adán, fue posiblemente porque ella era quien tenía la capacidad para engendrar vida humana. La serpiente sabía que, caída ella, toda la humanidad caería.

La caída de Eva fue dejar de confiar en Dios y en sí misma. Ella fue creada a imagen de Dios. No es Dios, pero parte de su esencia viene de Él. En cada ser humano hay una llave que nos abre una puerta hacia Dios. Por esto los pueblos de todo el mundo podemos sentirnos hermanados y la comunión es tan importante, puesto que la fuerza de muchas puertas juntas, abiertas, crea una corriente que puede provocar auténticos vendavales. Y, a menudo, unos nos convertimos en llaves para otros, ayudándonos mutuamente a abrirnos camino a nuevas oportunidades, conocimientos y experiencias.

Eva no tiene vergüenza proque sabe que entre ella y Dios no hay muros. Él lo conoce todo de ella, y ella es inocente, no tiene nada que ocultarle y tiene todo el conocimiento que desee siempre a su alcance. Tan sólo debe abrir su puerta interior para obtenerlo.

El demonio-serpiente quiere envenenar a esta mujer, libre y feliz, confiada en Dios –tal vez esto es lo que reconcome al diablo, puesto que él, en su momento, también desconfió... Así que decide separarla de Dios para ver cómo se espabila.

La ruptura y el dolor

La tienta con la manzana como símbolo de un conocimiento total, divino, externo y prohibido. Ella duda de sí misma y de Dios. Ah, ¿será que necesito esto para conseguir un conocimiento que aún no poseo, al que no tengo acceso? Al comer la manzana se da cuenta de que el conocimiento no está en el fruto, sino en el día a día en el jardín, en su unión con el hombre, su compañero, y con Dios... Entonces ve su error. El pecado no fue buscar el conocimiento, sino pensar que estaba fuera de su alcance y que Dios se lo guardaba celosamente para sí. En realidad, Dios lo compartía con ella siempre que ella quisiera. La totalidad, simbolizada por el árbol de la vida, sólo es accesible a Dios porque sería demasiado para nosotros. Pero a través de él tenemos lo necesario en cada momento. Querer tener todo el conocimiento del mundo sería como querer comer en un día lo que ingerimos en un año entero. Nos saturaríamos y moriríamos de empacho.

Eva se viste por vergüenza, porque ya no se siente una con Dios ni con el hombre. Es entonces cuando se le profetiza que parirá con dolor. El gozo y el éxtasis de la unión, con Dios y con el hombre, se convierte en separación y ruptura. Y esta separación provoca sufrimiento. Eva es el paradigma de este gran dolor.

Sí, la desconfianza fue la raíz de la ruptura, pero la consecuencia no sólo ha sido una lucha incesante de la mujer contra el mal.

Saber, opresión y liberación

Una lectura peculiar de este texto ha generado corrientes filosóficas y religiosas que asocian la traición y la separación de Dios con la búsqueda del conocimiento, con lo cual se asume que esta búsqueda es peligrosa. Así es como la ciencia se ha llegado a presentar como enemiga de la fe, cuando, en realidad, deberían hermanarse. Muchas culturas han alejado a la mujer del acceso a la cultura y al saber. Se las ha tachado –y ellas lo han creído –indignas del conocimiento, faltas de discernimiento e incapaces de ejercer su libertad. Se ha inculcado en las mujeres un sentimiento de culpa, y ese sentimiento ha sido el punto débil sobre el que muchos hombres se han aupado para justificar la opresión de la mujer de manera muy efectiva, durante generaciones.

Una cierta interpretación del Génesis explicaría la situación de la mujer durante muchos siglos en las sociedades judeocristianas y musulmana. Sometida al hombre, insegura de su conocimiento y de su naturaleza, sintiéndose culpable. Aún hoy, en el mundo occidental, la mujer tiene que luchar para que sus condiciones, libertades y derechos, igualen plenamente las del hombre. Por ejemplo, trabajar y ser madre puede llegar a ser muy difícil en ocasiones. Una mujer que quiere ocupar altos cargos debe jugar y adaptarse a las reglas masculinas. Los talentos femeninos, como la intuición, la empatía y la cooperación, sólo tienen cabida en ámbitos como el de la solidaridad y el altruismo, aunque algunas valientes pioneras poco a poco comienzan a introducir cambios en otros entornos.

Si las mujeres recuperan su seguridad en si mismas y aplican sus conocimientos en todos los campos, seguramente el mundo cambiará. En un plano más íntimo, creo que las mujeres hemos de recordar constantemente que tenemos en nosotras la llave del conocimiento a través de nuestra puerta, siempre que esté abierta a Dios. El siempre ha estado a nuestro lado, hemos sido nosotras las que nos hemos vestido y ocultado a sus ojos, tontamente. Es el momento de llamar a la puerta de nuevo... Grandes mujeres, como Santa Teresa (recordemos la hermosa metáfora de Las Moradas) no han escapado al conocimiento y han abierto su puerta a Dios. En estos tiempos de cambios e incertidumbre las mujeres tenemos la oportunidad y la necesidad imperiosa de regresar a nuestra esencia primigenia, la mujer en armonía con Dios, con el hombre y con toda su creación.

Elena de Paz

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