lunes, mayo 01, 2006

Más sobre Eva

Un preludio de la igualdad de géneros

La mayoría de gentes se refieren al relato de la Creación que refiere cómo Eva fue creada de la costilla de Adán. Tal vez muchos ignoran que el Génesis ofrece dos relatos paralelos de la creación del ser humano. El más conocido es el que acabo de mencionar. Es el más antiguo y, en realidad, recoge mitos comunes a diversas religiones orientales. El otro relato, escrito en época más reciente, nos dice sucintamente que Dios creó al hombre (hombre en sentido genérico), e inmediatamente precisa: hombre y mujer los creó. No dice que creara al uno antes que al otro, sino que, simultáneamente, Dios creó al hombre y a la mujer. Es decir, que el ser humano tiene, desde su mismo origen, un doble género: masculino y femenino. La sexualidad está en las mismas raíces y forma parte de la esencia más profunda y genuina del ser humano. Las personas somos seres humanos, sí. Pero no podemos serlo sin ser, al mismo tiempo, hombre o mujer. Al reconocer que la dualidad de sexos es consubstancial al ser humano, el Génesis está reconociendo su igualdad y equipara su valor ante Dios. La mujer, al igual que el hombre, también es creada a imagen y semejanza de Dios. Es imagen de Dios. Por tanto, Dios está por encima de una imagen masculina, propia de las culturas patriarcales, y también de una imagen femenina de las Diosas Madre, de la fecundidad. Ambos aspectos se contienen en Dios. “Dios es Padre y Madre”, afirmó el Papa Juan Pablo I. Y esta afirmación recoge, en realidad, lo que ya habían afirmado varios profetas del Antiguo Testamento: Dios es entrañable y cariñoso como una madre con sus criaturas.

El Génesis asienta una base para los futuros derechos humanos y la igualdad de géneros. Ambos, hombre y mujer, son imagen de Dios y seres humanos de pleno derecho. Aunque el peso antropológico de las diversas culturas –a menudo machistas e influyentes sobre las prácticas religiosas -no siempre lo ha reconocido así, en las mismas raíces de la religión cristiana esta igualdad es reconocida y proclamada. Como todo hecho encarnado en el mundo, las religiones pueden ser manipuladas y mal utilizadas, contaminándose con ideologías totalmente ajenas a su espíritu original.

El relato del Génesis se convierte, así, en preludio de la igualdad de género. Algo insólito en otras religiones coetáneas del judaísmo antiguo. Tal vez por esto no sea de extrañar que los países de cultura cristiana y judía sean los que, con el paso de los siglos, han propiciado en mayor medida la emancipación de la mujer y su progresivo avance hasta equipararse, con justicia, al hombre.

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