"El Espíritu Santo es el gozo de Dios que se transmite a la humanidad"
Eloy Bueno de la Fuente, teólogo.
Hoy quiero detenerme en la figura de una mujer bíblica: Miriam, la hermana de Moisés. Apenas aparece en dos o tres breves pasajes del Exodo, pero vislumbramos en ellos a una mujer fuerte y animosa, llena de fe.
Miriam es la jovencita que, de acuerdo con su madre, y para salvar la vida de su hermano recién nacido, arroja la canastilla con el bebé en las aguas. Es la niña que, vigilante, observa cómo el niño es recogido por la hija del faraón y le ofrece buscarle una nodriza, su propia madre. Años más tarde, cuando Moisés emprende la misión de sacar a su pueblo de Egipto, vemos a Miriam como "la profetisa, hermana de Aarón". En una de las escenas más bellas del Antiguo Testamento, leemos que Miriam, tomando un pandero, sale a cantar y a danzar la gloria de su Dios, que los ha rescatado de las aguas del mar Rojo y de la furia del faraón. Tras de ella, todas las mujeres del pueblo salen, bailando y tocando instrumentos.
Miriam personifica el gozo de la mujer que ha confiado en Dios y ha sido escuchada. Su alegría es exultante, y se expresa en forma de cánticos y danzas. Arrastra a las demás mujeres. Vemos en ella a la mujer líder que entusiasma a sus compañeras, movida por el júbilo de un Dios que la colma.
Pero Miriam no sólo ha confiado en su Señor. Desde muy joven, también ha puesto los medios para que éste actúe. No ha permanecido pasiva. Ha acompañado a su hermano Moisés desde su nacimiento, y también a su otro hermano, Aarón, en su liderazgo como portavoz y sacerdote de su pueblo. Es llamada "profetisa". Comparte con ellos el don de transmitir un mensaje de Dios a su gente. Y, aunque en el relato bíblico apenas vuelve a ser mencionada, podemos intuir que su trayectoria va íntimamente ligada a la de los hombres que dirigían el pueblo de Israel en su camino hacia la liberación.
Miriam la hermana de Moisés es un espejo para la mujer cristiana de hoy. Fiel y constante, audaz y valerosa, ha sabido proteger la vida de sus hermanos y acompañarlos en su misión. Y, con ellos, puede cantar con el gozo desbordante de quienes lo han arriesgado todo por el amor de Dios y no han sido defraudados.
Eloy Bueno de la Fuente, teólogo.
Hoy quiero detenerme en la figura de una mujer bíblica: Miriam, la hermana de Moisés. Apenas aparece en dos o tres breves pasajes del Exodo, pero vislumbramos en ellos a una mujer fuerte y animosa, llena de fe.
Miriam es la jovencita que, de acuerdo con su madre, y para salvar la vida de su hermano recién nacido, arroja la canastilla con el bebé en las aguas. Es la niña que, vigilante, observa cómo el niño es recogido por la hija del faraón y le ofrece buscarle una nodriza, su propia madre. Años más tarde, cuando Moisés emprende la misión de sacar a su pueblo de Egipto, vemos a Miriam como "la profetisa, hermana de Aarón". En una de las escenas más bellas del Antiguo Testamento, leemos que Miriam, tomando un pandero, sale a cantar y a danzar la gloria de su Dios, que los ha rescatado de las aguas del mar Rojo y de la furia del faraón. Tras de ella, todas las mujeres del pueblo salen, bailando y tocando instrumentos.
Miriam personifica el gozo de la mujer que ha confiado en Dios y ha sido escuchada. Su alegría es exultante, y se expresa en forma de cánticos y danzas. Arrastra a las demás mujeres. Vemos en ella a la mujer líder que entusiasma a sus compañeras, movida por el júbilo de un Dios que la colma.
Pero Miriam no sólo ha confiado en su Señor. Desde muy joven, también ha puesto los medios para que éste actúe. No ha permanecido pasiva. Ha acompañado a su hermano Moisés desde su nacimiento, y también a su otro hermano, Aarón, en su liderazgo como portavoz y sacerdote de su pueblo. Es llamada "profetisa". Comparte con ellos el don de transmitir un mensaje de Dios a su gente. Y, aunque en el relato bíblico apenas vuelve a ser mencionada, podemos intuir que su trayectoria va íntimamente ligada a la de los hombres que dirigían el pueblo de Israel en su camino hacia la liberación.
Miriam la hermana de Moisés es un espejo para la mujer cristiana de hoy. Fiel y constante, audaz y valerosa, ha sabido proteger la vida de sus hermanos y acompañarlos en su misión. Y, con ellos, puede cantar con el gozo desbordante de quienes lo han arriesgado todo por el amor de Dios y no han sido defraudados.
3 comentarios:
¿Qué grande es ud!
Creo que no acabo a aprender a enviar mis comentarios. Désolée!
Pues veo que he acertado. Soy la misma. Voy a utilizar lo de "désolée" aunque no me sienta así.
Me ha encantado el relato de Miriam, la hermana DE mOISÉS. cREO QUE AHÍ RADICA LA GRANDEZA DE LAS ALMAS. HACER TANTAS COSAS COMO "QUIEN NO QUIERE LA COSA", SIN ALARDEAR, CALLANDITO ...
dÉSOLÉE
Pues veo que he acertado. Soy la misma. Voy a utilizar lo de "désolée" aunque no me sienta así.
Me ha encantado el relato de Miriam, la hermana DE mOISÉS. cREO QUE AHÍ RADICA LA GRANDEZA DE LAS ALMAS. HACER TANTAS COSAS COMO "QUIEN NO QUIERE LA COSA", SIN ALARDEAR, CALLANDITO ...
dÉSOLÉE
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